jueves, 1 de noviembre de 2012

Duermevela

Añoranzas
Luis Eduardo Barranco Gutiérrez




La impotencia embarga a quienes con nostalgia evocan tiempos pretéritos cuando al aire se escuchaban las notas melodiosas que salían de la torre de la iglesia con las campanadas anunciando las horas del día, apaciguando la canícula  al levantar la mirada y encontrarse con la majestuosidad del péndulo del reloj en los 360 grados de su recorrido rítmico y sincronizado dibujando la hora exacta.
Qué bueno para el cienaguero reconocerse en los símbolos que identifican a su ciudad, con la sensibilidad que incita el desarrollo de acciones en la participación ciudadana de los asuntos públicos, responsabilidad y compromiso de todos.
¿Qué se hicieron esas campanas de sonido agudo y melodioso que se irrigaba en el entorno de la ciudad?  Seguramente se la llevaron, se la llevaron y se perdió, como la noticia del canto de Escalona en una situación acaecida en su Patillal del alma, que ante la acción de un ratero honrado se esfumaron del compartimiento donde se encontraban.
El servicio comunitario de la hora del reloj de la Iglesia San Juan Bautista hace parte de la propia identidad del ser cienaguero, quien inmutable prefiere permanecer en estado letárgico recreándose en la línea del tiempo detenido, que por años ha contagiado y sumido a la ciudad en un profundo adormecimiento del que parece resistirse salir. Así como el reloj debe echar a rodar su maquinaria en coordinación sincrónica, para proporcionar en el día tras día las horas que guíen el quehacer en la cotidianidad de la ciudad, querellando entre la desesperanza y la ilusión de quienes allí convivimos, algunos gestores de bienestar individual y colectivo del conglomerado, otros promocionando prácticas tendientes a rescatar la credibilidad en sus instituciones.
Una cuota de responsabilidad, en lo que concierne a las diferentes actuaciones del hacer, pensar y actuar en la familia, en la vecindad, nos corresponde con la promoción y prácticas de valores morales, tan extraños en la sociedad de hoy, en la que el ejercicio racional de esos valores conlleven a cultivar la esperanza de una ciudad y país justos, amables y en sana paz en los que se despliegue una permanente búsqueda por la excelencia y el rescate de las buenas costumbres, “… entonces necesitaremos de la humanidad del hombre”.
Todo esto trasciende, en el curso de la ineludible búsqueda del compromiso de hacernos copartícipes en la escogencia de nuestros líderes y gobernantes, quienes deben guiarnos y conducirnos por caminos de rencuentros con sueños y  esperanzas de ver a nuestra ciudad convertida en el emporio que nuestros abuelos vivieron y que hoy con cierto dejo desesperanzador recordamos como una mina  inagotable de riqueza que brota de la inmensidad de terrenos que el Hacedor nos ha suministrado…, (reconocimientos publicados en un periódico local de 1889).
Hoy el reto es no seguir esperando a que se cumplan esas ilusiones, confiando en lo que otros lograrán, porque definitivamente debemos dejar de ser simples espectadores en las participaciones de los asuntos públicos que conciernen a la ciudad, esa es nuestra misión ciudadana y razón de ser de nuestra existencia, haciendo detenimiento en las reflexiones del profesor Carlos Modesto Domínguez Ojeda, para que juntos construyamos un currículo comunitario para ver sonreír al viejo Cantón del San Juan de la Ciénaga.
Como en el mensaje de la añeja tonada que nos invita a no esperar más para emprender los caminos de reencuentros y de realizaciones aplazadas, démosles riendas sueltas a la imaginación que el compositor quiso expresar a su enamorada en compensación a tantas frustraciones:

El tictac del reloj
Pasará como los años
No me hagas esperar
Que esperar me hace daño

Duermevela


REFLEXIONES CON VIENTO MARERO No. 2
Luis Eduardo Barranco Gutiérrez





Qué bueno sería ver en Ciénaga la obra del Canal Maracaibo mostrando un sector transformado en una Alameda Ambiental, con espacios de renovación urbana, arborizado, con rutas de ciclovías, parques temáticos para la realización de actividades lúdicas a nuestra niñez, en fin un conjunto de intima armonía con el ambiente para erradicar la contaminación en la que ha estado y permanece su entorno y, además, con proyecciones de ser un atractivo ecoturístico que conlleve a su valorización, sector otrora sometido a condiciones sociales de inferioridad y por siempre olvidado de las administraciones.

Que el espacio público de la ciudad, que se encuentra a merced de mercaderes que compran y venden su posesión como si se tratase de un bien particular, con anuencia y actitud permisiva de las autoridades del ramo, se torne en un ambiente armonioso de respeto al derecho a la libre movilidad del peatón.

Que las políticas públicas no se queden en la intención de un “censo” de vendedores estacionarios, lo que imaginamos le ha servido al administrador local para establecer qué tanto ha crecido la usurpación de las vías públicas; hecho diagnostico que no ha permitido ir más allá ante la pereza mental de negarse a diseñar acciones de espacio público construido y utilizado como instrumento de planeamiento urbano que idealice una reestructuración de ciudad para su beneficio y embellecimiento.

Ciénaga como ciudad en su conjunto es la negación de lo que deberían ser los procesos de cambio en su estructura ecológica y social, en lo cultural, en lo  político, en lo económico y en lo tecnológico. Su ordenamiento urbano tiene manifestaciones cada vez más dispersas y desorganizadas, su crecimiento no es ordenado y no guarda armonía con los factores socioculturales como elementos en la transformación de cambios en una proyección o modelo de ciudad deseado. En todas las manifestaciones y acciones administrativas del gobernante no se percibe una expresión de civilidad que posicione a la ciudad en un modelo posible de organización y crecimiento.

Estas y muchas más indolencias mantienen al San Juan de la Ciénaga sumida en el atraso, transmutada en una ciudad incivil, de pocas aspiraciones, con una dirigencia que se mantiene de espaldas o en claro desentendimiento de lo que se está gestando con la conformación de la zona estratégica de desarrollo y planificación integral, denominada “Proyecto Caribe Ciudad Región”. Aquí Ciénaga cobra vital importancia por su ubicación geográfica en este proceso de integración regional, destacándose irremediablemente una coyuntura para mejorar la calidad de vida de sus coterráneos.

El desconocimiento, la improvisación han hecho de esta ciudad un  laboratorio experimental de gobiernos para revertir favores; una mirada a las reflexiones del ex alcalde de Medellín Sergio Fajardo, describen a nuestra región en la crudeza de su realidad:

“Lo público se convirtió en un botín extraordinario para un buen número de políticos locales (con valiosas y valerosas excepciones) que en lugar de trabajar por el cambio en las condiciones de atraso de la población, se apoderaron del Estado para su beneficio particular. Crearon sofisticadas empresas electorales y desarrollaron el clientelismo más rampante: a cambio de votos han repartido migajas a los más pobres, y en asocio con unos pocos “empresarios” se dedicaron al saqueo más aberrante de los recursos públicos” [2].

¡Se precisan gobernantes con mucho conocimiento de lo público, compromiso y sensibilidad social con el terruño!


[2] El rezago de la Costa Caribe. Sergio Fajardo, Documento.

Duermevela


REFLEXIONES CON VIENTO MARERO No. 1
Luis Eduardo Barranco Gutiérrez






Ciénaga, destino viajero y potencia ecoturística de Colombia”, podría ser un enunciado de tantos a de los que nos tienen acostumbrado quienes han llegado al poder o se ha hecho elegir  con la promesa de cambiar la imagen de la ciudad. Es que la promoción ecoturística demanda no solo la inversión de capitales con incentivos tributarios para atraer la atención de quienes están a la caza de una oportunidad en el establecimiento de empresas, y en ello es fundamental la actitud del gobernante en la visión del proyecto de ciudad que tenga diseñado en su plan de desarrollo para mejorar las condiciones de vida de la comunidad, con uso eficiente y eficaz de los recursos existentes.

Pero la ejecución del plan operativo de inversiones y el presupuesto, se elaboran bajo unos supuestos de favorecimientos nimios que hacen ineficaz la apropiación de los recursos del tesoro público, se proclaman obras rimbombantes que tan solo quedan en el enunciado o que no se culminan, se actúa caprichosamente y con temeridad sin límites.

Una muestra de tanto oprobio y desconocimiento de lo público lo constituye el asolamiento a que fue sometido el Camellón con descuido afectado de sus playas en la que tan solo emergen las olas con sal de la mar descritas por el poeta Gregorio Castañeda Aragón como “Pálidas olas, náufragas olas, bajo la linterna lunar, os he visto salir de la noche, gimiendo en plena tempestad” [1].

La obra inconclusa del Mercado Público que aún clama su terminación después de casi nueve años de olvido; un Operador de los servicios públicos domiciliarios de acueducto, alcantarillado y aseo que esquilma la economía de los usuarios con la prestación deficiente del servicio, que al parecer no tiene control, inspección ni vigilancia de autoridad alguna; aguas de alcantarilla que circundan la ciudad por doquier, presión del agua que apenas alcanza para almacenarla, basuras que se muestran esparcidas en la ciudad como si se tratase de “basureros satélites” autorizados y una la laguna de oxidación, que por momentos, emana olores nauseabundos en horas nocturnas cual aroma enervante del sueño del cienaguero, todo esto materializado en una concesión perversa concebida con mezquinos fines mercantilistas y a la que se le giran cuantiosos recursos del tesoro público por la “prestación de sus servicios”.

La rebatiña de "raspe y gane" a la que sometieron el Canal Maracaibo; el alcantarillado de nueve barrios del sur que no ha sido solución a la problemática de vertimiento de las aguas sanitarias; puestos de salud que carecen de dotación para la prestación de un buen servicio; la E.S.E. Hospital San Cristóbal convertido en centro de lamentos debatiéndose en una crisis que lo tienen a punto de ser intervenido por la Superintendencia de Salud con una bolsa de empleo que se engulle los recursos que le giran; la sonatina de la obra del Malecón Turístico "Andrés Paz Barros" en las playas de la ciudad; el Prometeo de la Libertad prisionero en la plazoleta de los Mártires por ventas estacionarias que lo circundan; la construcción del polideportivo en el sur en un terreno cenagoso, que no cuenta con vías de acceso, infraestructura de acueducto, alcantarillado y redes eléctricas, proyecto que costó inicialmente $3.487 millones y solo en la adecuación del terreno se invirtieron la mitad del valor   contratado.

Y la propuesta de un alcantarillado pluvial como un sueño encantado para enfrentar la arremetida de la ola invernal, mostrando desconocimiento absoluto de las necesidades y prioridades en la problemática de las escorrentías con la sola adecuación, rehabilitación y mantenimiento de los desaguaderos que geográficamente y por imposición de la naturaleza están dispuestos en calles identificadas de la ciudad.




[1] Gregorio Castañeda Aragón, Poeta del Mar.